Vivimos en la tercera región con mayor inequidad del mundo, en medio de la voracidad de los mercados que, a escala planetaria, se han “repartido” los bienes de la naturaleza. Asistimos a un evento antiguo con rostro nuevo: la globalización del modelo neoliberal sustentado en el despojo sistemático de los países empobrecidos.
La economía mundial descansa prioritariamente en la extracción y explotación de los recursos naturales de los países pobres, que son exportados y transformados en los países ricos. Los países con mayores recursos naturales, biodiversidad y saberes ancestrales son los que están mayormente condenados a la pobreza o a desarrollarse muy lentamente. Existen nuevas prácticas de extractivismo (neoextractivismo) que se remiten a las peores formas de extracción, como son la minería a cielo abierto y la extracción de hidrocarburos. La explotación también abarca: hidroeléctricas, petróleo, monocultivos, agua, bosques, ley para la protección de obtenciones vegetales (ley Monsanto) entre otros. Lo anterior evidencia formas de extracción más agresivas y sin precedentes en el país. Guatemala está sometida a todas las variantes mencionadas.
El país vive una etapa de difícil transición política y económica donde los intereses de los poderes (muchos fácticos) están por encima de las propias leyes. Está frente a un Estado casi inoperante que ejerce el poder con prepotencia. Los funcionarios (ejecutivo, legislativo y judicial), que el pueblo ha electo para que lo representen, solo buscan satisfacer sus perversas ansias económicas y políticas.
Cada vez más, Guatemala se desquebraja por la impunidad, la corrupción, la violencia, la pobreza, la ausencia rotunda del Estado en cuanto a sus obligaciones hacia las mayorías en materia de salud, educación, alimentación, seguridad, paz, entre otros. También experimenta el creciente neocolonialismo económico que se traduce en la privatización de los recursos naturales en manos de empresas transnacionales y nacionales, la creciente deuda económica y las injustas relaciones comerciales.
El presente trabajo da a conocer los antecedentes del extractivismo en Guatemala para comprender la problemática social que está generando en el país. Hace un análisis del impacto social, ecológico, cultural, territorial, económico y político a raíz de su incursión en la obtención de minerales y petróleo, la construcción de hidroeléctricas y la industria de los monocultivos. Da a conocer cuáles son las obligaciones tributarias de la industria extractiva. Presenta un análisis de los efectos que la actividad extractiva genera en los territorios y pueblos afectados, la conflictividad política generada, así como sus consecuencias sociales y económicas.
También analiza las diversas estrategias de defensa que los pueblos afectados están aplicando para revertir los impactos negativos.
Analiza cómo las organizaciones sociales y los pueblos indígenas afrontan el desafío de ser críticos con las consecuencias del extractivismo, generando análisis técnicos y políticos que les permita una mejor interpretación de los sucesos y cambiar el rumbo de las problemáticas generadas. El país se encuentra ante una conflictividad sin precedentes. Los pueblos, desde sus territorios, están diciendo “YA NO MÁS” al saqueo, represión, destrucción de los ecosistemas y los recursos naturales; “YA NO MÁS” minería, transnacionales, corrupción. Al mismo tiempo demandan: queremos vida, ser escuchados, tomados en cuenta; que se respeten nuestros territorios y nuestra cultura; no ser discriminados, explotados y marginados. Quieren un Estado que funcione en beneficio de toda la población y no solo de una minoría.